El autobús nos dejó en la parte India de Sinauli, ciudad fronteriza con Nepal, y anduvimos unos 200 metros para buscar la frontera. Alguien nos avisa de que teníamos que regresar porque ¡estábamos ya en Nepal!. Nos habíamos saltado los ¿controles?, así que retrocedimos, hicimos los PAPELEos de entrada, comimos algo y cogimos un bus hacia el siguiente pueblo, ya de noche, para dormir más tranquilos.
Pasados un par de kmts., atasco increíble. Control militar. El autobús atestado, y nosotros en el techo, junto a unos chavales y varias maletas. Los militares nos dicen que tenemos que bajar, porque el autobús va a coger un atajo. Vaya atajo, y vaya camino... Aunque un poco agitados conseguimos llegar, descansar y coger fuerzas para el día siguiente salir dirección Pokara.
Ese autobús local a Pokara tardó unas 9 horas de curvas ininterrumpidas, paradas para mear como cuando el cole, paradas para comer, y vomitonas en la cara y ropa incluidas de la niña de delante... jode qué asco, niña, pota en una bolsa!!
Preguntar a qué hora sale el bus o el jeep en Nepal es un absurdo. El medio de transporte saldrá cuando esté lleno... o mejor aún para el propietario... cuando esté atestado.En el jeep camino a Jomsom, sin la posibilidad de ir en la parte delantera me veo metido en una especie de cajón centrifugador. Yo no sé cómo aguanté eso. La mano agarrada a una barra más de dos horas. Sin bajar la guardia. Y los pies encima de una caja de metal que transportaba un militar en su día de permiso. Vaya botes, qué mareo... Claro, ese trayecto sólo lo hacen los jeeps, y el camino es para fliparlo. A la salida del jeep parezco el payaso que sale de la lavadora y NO usa mikolor.
El trayecto nocturno de Ghassa a Beni fue ¿insuperable? espero que sí. El minibús intentaba subir la cuesta, lloviendo, camino embarrado, sin asfaltar, con piedras en medio, algunas que habrían caído ese mismo día. Otro intento para subir la misma cuesta y que no, que para abajo.
Ay mi madre que esto vuelca...
El conductor (si llego a mi destino le beso el culo) mete la reductora; esta vez prueba superada.
En este barranco no me dejo la vida...
Agata: Aitor... el precipicio ahora es grande o pequeño....
Aitor: Ay ay ay ay! madre miaaa, madre mía...
Agata: Vamos autobusito, que tú puedes campeón!! Muy bien boniiitooo...
El de delante relajado como un muñeco de trapo en manos de un niño, el de atrás, dormido, y algunos otros, seguramente pensando... estos guiris son más raros... El hijo del conductor, a su vez ayudante en las maniobras y cobrador de tikets, de unos 11 años, que se queda dormido, y en una curva se cae y sale volando hacia las escaleras. El conductor, que se pone a mandar un mensaje por el movil...
Agata: Aitor... el precipicio ahora es grande o pequeño....
Aitor: Ay ay ay ay! madre miaaa, madre mía...
Agata: Vamos autobusito, que tú puedes campeón!! Muy bien boniiitooo...
El de delante relajado como un muñeco de trapo en manos de un niño, el de atrás, dormido, y algunos otros, seguramente pensando... estos guiris son más raros... El hijo del conductor, a su vez ayudante en las maniobras y cobrador de tikets, de unos 11 años, que se queda dormido, y en una curva se cae y sale volando hacia las escaleras. El conductor, que se pone a mandar un mensaje por el movil...
Para distraerme pensaba en las flores del campo, en montar una tienda de collarines para el cuello en la ciudad más cercana... pero los gigantescos barrancos los tenía demasiado cerca. En este trayecto no tuve ni tiempo de marearme.
Ya queda poco... ya queda poco...
Agata, desesperada, botando a cada bache, de pié, porque sentada tenía la rabadilla destrozada, se quería bajar en cualquier pueblo, ¡pero es que no había...! y Aitor cogiendo en brazos al hijo del conductor, ya en el séptimo sueño.
Aitor pensaba seriamente celebrar la llegada comiendo carne de Yak, rompiendo la racha vegetariana de 5 meses sin carne, pero a la llegada el pueblo era como del far west, y en el antro en el que nos alojamos no había más que dhal baat, y dicho antro bien merece otra crónica.
Un abrazo al conductor y... hasta el próximo trayecto.
Ya queda poco... ya queda poco...
Agata, desesperada, botando a cada bache, de pié, porque sentada tenía la rabadilla destrozada, se quería bajar en cualquier pueblo, ¡pero es que no había...! y Aitor cogiendo en brazos al hijo del conductor, ya en el séptimo sueño.
Aitor pensaba seriamente celebrar la llegada comiendo carne de Yak, rompiendo la racha vegetariana de 5 meses sin carne, pero a la llegada el pueblo era como del far west, y en el antro en el que nos alojamos no había más que dhal baat, y dicho antro bien merece otra crónica.
Un abrazo al conductor y... hasta el próximo trayecto.
Un poco más divertido fue el viaje a Katmandú, mejor “carretera principal”, con algo de experiencia, y menos barrancos. A los 5 minutos la escena era surealista.
La de delante estaba vomitando, en la oreja del conductor, que a su vez metía la marcha apartando una mochila.
La nieta de una señora bastante mayor que se apoyaba en la señora que vomitaba sujetaba a su abuela con una mano y con la otra llevaba una vara que golpeaba en cada bache en la cara al chico de delante, que llevaba una tirita de algún golpe anterior (seguramente en autobús).
Las ventanas se abrían y cerraban sin control según subía o bajaba la guagua, y Agata, que no tenía ventanilla, luchaba contra otra señora que se empeñaba en darle con el bolso en la cara.
El cobrador de los tikets tenía doble trabajo, pasar bolsas a la de delante a tiempo y con el autobús a reventar no era tarea fácil.
La de delante estaba vomitando, en la oreja del conductor, que a su vez metía la marcha apartando una mochila.
La nieta de una señora bastante mayor que se apoyaba en la señora que vomitaba sujetaba a su abuela con una mano y con la otra llevaba una vara que golpeaba en cada bache en la cara al chico de delante, que llevaba una tirita de algún golpe anterior (seguramente en autobús).
Las ventanas se abrían y cerraban sin control según subía o bajaba la guagua, y Agata, que no tenía ventanilla, luchaba contra otra señora que se empeñaba en darle con el bolso en la cara.
El cobrador de los tikets tenía doble trabajo, pasar bolsas a la de delante a tiempo y con el autobús a reventar no era tarea fácil.
Este video muestra un trayecto entre montañas en Uttarakhand (al norte de India) en bus local frenando ¿con los discos? y con cabra en maletero incluida.
2 comentarios:
jajajajaja de película...
Agatha habrás superado la sensibilidad ante los olores no¿? mua, ele
que viedo y texto mas bueno! que raro que aitor no vomitase...
alma
Publicar un comentario